Muchas gracias por todo lo que me has quitado en esta vida. Ya sabes que soy un obrero de baja categoría desde que aquél verano mi padre me dijo que me tenía que poner a trabajar, que me fuese a la costa, que allí había trabajo de camarero. Gracias por haber podido trabajar toda la vida en eso, sin mayores intenciones, que ya se sabe que camarero lo puede ser cualquiera, pero uno bueno, siempre dispuesto con los clientes, siempre aguantando a los jefes con un humor cambiante.
Gracias por no dejarme comprar un piso en el dos mil, estaba claro que con mi sueldo de camata era imposible pagar las letras, incluso cuando juraba que de media conseguía el doble en propinas. No hay palabra que cubra mis juramentos y ni el jefe quiso ayudar en este caso… en este, ni en ningún otro, que tampoco lo ponía fácil si quería tener un día de fiesta. No pude ir ni al funeral de padre que murió en agosto y ya se sabe ese mes es sagrado, perdón, para los hosteleros.
Gracias por todos los puestos de trabajo que he tenido, incluso por esos que al ser de temporada no me querían dar de alta y ahora parece que nunca trabajé. Gracias por no dejarme casar con la cocinera, tantos años ahorrando para la entrada del piso y al final, lo que quería es irse al pueblo, tantos años esperando que se aburrió de cocinar, de turistas, de mí. Gracias por dejarme comprar la moto con parte de aquel dinero y por permitir que el resto se me fuese en alcohol. Menos mal que tuve ese accidente, porque de no ser así, hoy seguiría bebiendo y habría olvidado darte las gracias.
Aquí estoy en el asilo del pueblo, con una botella atada a la pierna para mear, compartiendo habitación con tres viejos más y sin nadie que me visite. Ahora me alegro de no haber tomado drogas, mi cirrosis estaría peor. Veía a mis jefes irse, al cerrar al casino y envidiaba eso, pero gracias a Dios nunca tuve suficiente dinero, ni una buena corbata para poder acercarme aunque solo fuese a mirar.
Gracias por no dejarme tener mayores agujeros, esos que la gente desea pagar con la quiniela. Gracias por la vez que me toco los ciegos y compre sellos de no sé qué galería de coleccionista. Menos mal que se perdieron, no hubiese sabido que hacer con ellos. La chica que me los ofreció no paraba de frotar sus tetas en mi brazo y no lo pude remediar.
Agradezco tu favor al ponerme al lado a esa buena mujer, con aquella manera dulce de hablar, pero podrías haber hecho un esfuerzo y no dejarle que me robase todo lo que había ahorrado, que no era mucho, lo justo para volver al pueblo y arreglar un poco la casa de los padres.
Agradezco este dolor que no se me deja en paz, que no es cosa de tomar nada mejor, total he de morir lo mismo y los médicos dicen que no hay para pruebas. Les he oído decir que es normal pá lo que me queda. A ver si tengo suerte y duro unos meses más, porque me han dicho que mis sobrinos vendrán de Alemania, si hubiese sido tan listo como mi hermana, a ella le habría puesto contenta ver que los suyos están haciendo lo mismo que hizo ella y que conocer el terreno ha servido a los nietos. Es de agradecer esta vida sin sobresaltos que me has dado y espero que me perdones las veces que te ofendí yendo de putas o bebiendo. Me gustaría pedirte si no es mucha molestia que mi equipo gane la copa, por una vez; seguramente hay muchos solitarios como yo que en día de gloria se deja abrazar por otros hinchas y nadie sabe lo que se alegra uno. No dejes que esta enfermera que escribe lo que le digo se vaya a la calle, ella es como yo, una agradecida, que se pudo quitar de encima a ese cabrón que la pegaba y ahora se ha quedado con los dos críos y la hipoteca. No permitas que le quiten la ayuda por su madre, que la mujer no vivirá mucho y de mientras pueden ir pagando.
Muchas, muchas gracias Señor Dios! Si muero ahora, sé que soy una ayuda, ya no estaré en el paro y eso algo es, no consumiré recursos, no gastaré una cama que hay muchos esperando. Espero que llegue el cura para que me bendiga y me cuente que todo esto que digo llega a tus oídos, que no sé yo si he de llegar al cielo o quedarme por el camino y poder ver la vida de los demás que siempre me pareció tan como de película. Ser espectador es lo que tiene, te aprendes los diálogos y sueñas con repetirlos.
Gracias por todo. Lo que me diste y lo que, está visto no tenía derecho.