“Ahora no estás pero todo huele aun a ti.
He limpiado la casa, es vieja y se enceró con tu sudor, tu ira y la rabia que desahogabas en mi cuerpo. Me he duchado con lejía y ahora huelo a retrete de estación y miro el armario sin saber qué ropa ponerme, simplemente me tapo.
Me dicen que ya no me puedes hacer nada, me dicen que te olvide qué eras malo y que remonte mi vida. Sin ti no tengo vida.
Hay una chica muy joven, ha estudiado no sé qué master y quiere animarme, me dice cosas que no entiendo, dice que he vuelto a nacer y no sé por qué.
Me da miedo decirle que te amo, que te necesito, no sé vivir sin ti. Si se entera de esta carta que te escribo se enfadara conmigo, es tan tierna; ya ha comenzado a renombrar a su madre, sus consejos expertos acaban con refranes viejos.
Y me pondría el mundo por montera…si tú me lo pidieses. ¿Qué puedo hacer para ayudarte? Ya no tengo marcas ni dolores, soy la mas ignorante del mundo, bien lo sabes, aquel medico tan serio, tan limpio, le rogué por mi vida y con la denuncia la vida misma se fue contigo.
Dicen que no te visite, que cambie de casa, de trabajo, de pueblo, ya no me llamo como antes, con el nombre que me diste, dicen que ya soy libre y no me dejan ni recordarte. Puedo vivir sin ti pero moriré poco a poco.
También tengo que testificar y contarle mi vida a un juez. ¿Qué le digo? Le diré que me sacaste de la basura, me diste casa y comida. Le diré que a veces te enfadabas porque soy boba, desobediente y te cansabas de enseñarme. Dicen que casi me matas y es ahora cuando lo vas a conseguir. Le diré que la culpa era mía, que te enfado porque soy descuidada. Le diré que me amas más que a nadie en el mundo, si no fuese así, no te preocuparías por mí.
El otro día salí a la calle y las vecinas me miraban, iba sin maquillaje porque ya no tengo marcas que ocultar, iba con un vestido verde que me dio la asistente social en el hospital y estaba sola. Nadie me miraba mal, algunas personas me sonreían y no era yo que les provocaba, la panadera me invito a café; cuando pagaba el pan se me callo una moneda, una persona se agacho por mi y no me sentí idiota. Volví a la casa que huele a lejía y te eché de menos, hice esfuerzos para comer y me encontré comiendo sola, con un vestido verde, con un pan oliendo a café y pensé que ya no te vería mas, que por un momento podía hacer lo que quisiese, me senté en tu sitio, bebí de tu licor en tu copa, encendí la luz y es de día, la apague, la encendí y así se quedo hasta la noche, porque ya no estas y he pensado que ahora en tu honor soy yo quien tiene que educarse, me he castigado en tu lado de la cama. Mañana me levantare tarde y le diré al juez que te amo, que cuando me pegabas no me hacías daño, que soy débil y no aguanto nada, que aún te amo, te amo tanto que voy a olvidarte, es mi mejor castigo, porque no te merezco.
Les diré a todos que ya soy libre, que nadie me pega y me pondré el maquillaje que me regalaste, no tapare nada, solo disimulare mi soledad y mi amor por ti.
Cuando salgas tendré otro nombre, otra casa, otro pueblo y a lo mejor como soy una descuidada, olvido lo que ahora es tan importante para mí.
Te quiero tanto que cuando te recuerdo me duelen todos los huesos.
Tuya, hasta tu final.”